domingo, 13 de septiembre de 2009

Triunfo in medias res

...y cuando regresamos, las piedras ya estaban ahí.


...Y ahora las están quitando, y no precisamente porque no sepan en qué gastar el sobreabundante presupuesto de las arcas de la Universidad Nacional Autónoma, ni porque se hayan percatado por cuenta propia de las implicaciones violento-estéticas que representaban tales piedras, barandales y macetones. Mucho menos porque hayan pensado que tales "remodelaciones" develaban una política de criminalización de la juventud y una afrenta a la socialización de la comunidad universitaria. No, fue otra cosa. Quizá que en las oficinas de la Dirección de Orientación y Servicios Educativos, alguna persona más cuerda que el resto de las autoridades consideró pertinente rehabilitar el jardín; quizá fue la presión que la Asamblea Universitaria (así como se dignaron en llamarnos en los oficios), realizamos desde el jueves 6 de agosto en el perímetro de la Facultad de Filosofía y Letras —nombre oficial de los pasillos que circundan a la Facultad y la Biblioteca Central—.

Todo empezó una semana antes del inicio de clases cuando, ante la indignación producida por las remodelaciones realizadas en el jardín y la distribución absurda de más de cincuenta macetones en los perímetros de la FFyL, se hizo un llamado general a Asamblea para el jueves 6 de agosto a las 15:00hrs. Tras varias rondas de información y de balance, en las cuales se manifestó un descontento general al respecto de las formas en que las autoridades universitarias —en particular la nueva administración—, "resuelven" las problemáticas , se iniciaron las rondas de propuestas. Todos queríamos hacer algo: recuperar el espacio mediante acciones simbólicas, días de campo, llantas, rellenar con tierra y plantas; abrir un diálogo con las autoridades, no abrirlo en lo absoluto, incluso destruir su rocosa obra. No obstante, nos enfrentábamos a un gran problema que aún no logra franquearse del todo: la desinformación.

El hecho de que no hubiera una consulta previa a la remodelación y que ésta se realizara en periodo vacacional, ademas de que el espacio en cuestión es "tierra de todos y de nadie" (y su jurisdicción es obscura como la noche), imposibilitó desde un principio gozar de claridad al respecto de una hipotética interlocución, en caso de que se optara por la vía del diálogo. De cualquier modo hubo acuerdos: abrir una mesa de información y repartir un volante durante la primera semana para sumar fuerzas y aglutinarnos en la siguiente asamblea, así como para difundir el balance y las demandas acordadas ese día.

Llegó el día 14 de agosto y a las 15:00 hrs. empezábamos a conglomerarnos en los pasillos que separan los dominios de la Facultad y la Biblioteca Central. Ya no sólo éramos los de siempre: el saloneo y la repartición del volante habían sido un éxito y la asamblea creció considerablemente . No obstante, debido a las últimas remodelaciones en el ágora, la reducción del aeropuerto, la obstrucción de los jardines y pasillos, el único espacio suficiente para realizar la asamblea fue nuevamente el pasillo, lo cual imposibilitó un diálogo efectivo pero fue a su vez viva expresión de la problemática por la cual habíamos convocado.

De cualquier forma no obstó para que conste, y se llegaron a acuerdos mucho más consistentes, entre ellos la redacción de una carta dirigida a las autoridades correspondientes con las exigencias acordadas anteriormente: la rehabilitación de los jardines de la biblioteca central, la remoción de los macetones y la rendición de cuentas por parte de los responsables. Asimismo, se acordó realizar una semana cultural en el espacio del 24 al 28 de agosto y, mediante trabajo hormiga, rellenar el jardín lunar con tierra para concluir con una suerte de "relleno colectivo" el día 28 de agosto, fecha que se acordó como última para esperar una respuesta.

Entonces fue que las autoridades, motivadas o no por la organización gestada , con intenciones o no de desmovilizar, empezaron a actuar. Por una parte subieron a la página de la facultad un comunicado de la dirección, con fecha de 12 de agosto, y un terceto de dictámenes técnicos y recomendaciones al respecto de la distribución de los macetones y el comercio en los pasillos de la facultad —los tres de fechas distintas y anteriores—. Entonces los nombres empezaron a ventilarse, porque si bien la directora no gestiona los espacios directamente, recibe los informes debidos a la fecha debida, además de fungir su papel como interlocutora entre los órganos universitarios responsables a quienes estaban dirigidos y por los cuales fueron emitidos los dictámenes técnicos. Llámese Comité para la preservación del Patrimonio Universitario, Dirección General de Servicios Generales de la UNAM, Protección Civil, Rectoría o Patronato, los documentos revelaban sobre todo dos cosas: que estas acciones correspondían a una política general de la universidad y que, estábamos lejos de conocer a los artífices, conocedores, transmisores y ejecutores de las remodelaciones respectivas, lo cual permanece como una exigencia no resuelta. De modo que nuestra directora, la Dra. Gloria Villegas Moreno, nos hizo el favor de compartir la información y develar la urdimbre de órganos universitarios involucrados en el asunto, lo cual nos permitió redactar nuevamente una carta que, conforme a los acuerdos de la asamblea, estuviera dirigida a las autoridades que parecían ser las correspondientes.

Pero la directora omitió un pequeño detalle: el día lunes 18 de agosto a las 10 de la mañana algunos trabajadores de la UNAM terminaban de soldar uno de los barandales del jardín que probablemente removieron para ingresar la tierra de ocho camiones durante el fin de semana. Las piedras habían sido recubiertas con tierra y grava, lo cual confirmaba el rumor de que no habría pasto nuevamente sino plantas desérticas, de esas que tienen espinas y con las cuales es difícil convivir. Entonces ya no sólo se trataba de las piedras, sino del absurdo empleo del presupuesto y la manera en que intentan desmovilizar a los estudiantes con "parches" provisionales, porque si bien la tierra representaba una suerte de logro, las piedras seguían bajo tierra, el cemento bajo de ellas, y los barandales seguían creciendo.

Por razones obvias pero también por falta de respeto a los acuerdos —ya que la mesa de información no logró concretarse como la semana anterior—, la asamblea del jueves 20 no fue tan concurrida como la anterior, aunque simbólicamente fue más importante: se realizó en el espacio por el cual se luchaba. Se leyó la carta redactada por la comisión correspondiente y se pusieron sobre la mesa los puntos a discutir. El ánimo general, mucho más sereno que en las dos asambleas anteriores, mostraba no precisamente un desgaste sino cierta falta de compromiso con respecto a las acciones concretas que se ponían a votación. Aun así se acordó mantener la semana cultural, realizar una pequeña movilización para la entrega de cartas, una clausura simbólica, rueda de prensa para el día miércoles 26, además de un campamento nocturno con el objetivo de impedir la avanzada de remodelaciones que no tuvieran como objetivo la total rehabilitación de los jardines.

También se acordó corregir la carta in situ y añadir la exigencia de un pronunciamiento por parte de la directora para entregarla al finalizar la asamblea; de modo que al terminar asistimos a entregar las cartas a la dirección. La directora, aparentemente, estaba en congreso y regresaba hasta el lunes, por lo cual nos recibió el Secretario Dr. José Rubén Romero Galván, al terminar su clase, queriendo abrir un diálogo que rechazamos por respeto a los acuerdos; nos firmó de recibido y quedamos de vernos al día siguiente a la 1:00 pm para seguir con los acuerdos.

El viernes 21 reinó un ánimo de diálogo. A medio día ya había anunciado la directora que hablaría con la Asamblea. Se informó con megáfono que habría diálogo en la sala del recinto Simón Bolívar, y alrededor de cincuenta personas, unos adentro y otros en los pasillos, negociamos y presenciamos el acuerdo de palabra de rehabilitar los jardines —ya que se negaron a firmar—, siempre y cuando permitiésemos que los trabajadores entraran, cosa que no quedó muy clara en cuanto a fecha y hora. Los presentes salieron a discutir en los jardines pseudos-rehabilitados de la Biblioteca Central. Paralelamente se efectuó la clausura simbólica de la obra mediante la colocación de un tira amarilla de “precaución” alrededor de los barandales y una manta que decía “Clausurado por daño a patrimonio y mal uso de presupuesto”.

Alrededor de las 17:00hrs, para sorpresa de quienes mantenían la discusión, llegaron los trabajadores, a lo cuales no se les permitió hicieran su trabajo bajo el acuerdo de que primero se especificarían los términos de la rehabilitación. Esto diezmó los ánimos de realizar el campamento nocturno, aunque alrededor de seis personas mantuvieron el acuerdo. Acto seguido, una comisión se dirigió a entregar la carta previamente mencionada. Los recibió Jaime Vázquez Díaz, coordinador de gestión de La Secretaría de Servicios a la Comunidad, quien, como mediador de Rectoría, envió un correo el 23 de Agosto a las 19:07 para informar que ya se contaba con la autorización de la rehabilitación de los jardines y solicitando reunirse con los compañeros el día lunes 24 a las 10 de la mañana. Debido a la premura de tal invitación, se resolvió por reunirse a las 14:00hrs del mismo lunes.

En dicha reunión, asistida por quince “representantes de la Asamblea”, que más bien fueron quienes se dedicaron a darle seguimiento al asunto, y la comisión mediadora —el Lic. Marcos Martínez de Blas, Asesor de la secretaría de Servicios Generales, el Ing. Francisco de Pablo, Director General de Obras y el Dr. Jaime Vázquez—, se acordó finalmente la rehabilitación de los jardines, primeramente del lado donde se encuentra la fuente para seguir con el otro a partir del sábado 29. También se acordó respetar la realización de la semana cultural del día 25 al 28, ya que debido a la reunión no se pudo concretar el calendario propuesto para el día lunes.

A la fecha quedan pendientes dos exigencias de la Asamblea: la remoción de las macetas y la rendición de cuentas. Porque si bien se llegó a un acuerdo, los firmantes corresponden a las instancias ejecutoras, pero los responsables, el Comité para la Preservación del Patrimonio, Rectoría, el Patronato, la Dirección General de Bibliotecas, siguen sin dar la cara. Asimismo, el uso absurdo del presupuesto, aunado a la reducción de éste mismo en otros sectores de la universidad, permanece como una problemática a resolver; una entre tantas a las que se dará seguimiento en la Asamblea a partir de este jueves en los jardines de la Biblioteca Central.


Franca Rolón

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